Lo mejor está por llegar.

Esto de dar todo por alguien y que, pese a todo lo que has hecho te destroce, te haga el mayor daño que te han hecho nunca, confiar tanto en él que hasta pondrías la mano en el fuego sin el miedo a quemarte, y que después de todo eso, te dé la gran apuñalada por detrás. Esa sensación de rabia, de impotencia, esas pocas ganas de seguir. La sensación de como si en un partido de fútbol, cuando eres el portero y ves venir un jugador del otro equipo hacia ti y no hay nadie que te pueda ayudar a pararlo y en el último segundo te mete el gol con el que te hace perder. Pero a pesar de eso ahí tienes a tus compañeros, tienes a tu equipo, al que va a estar tanto en las buenas como en las malas, tanto si perdéis como si ganáis. Y doy las gracias a mi equipo, a ese equipo que me ha hecho ser la persona fuerte y luchadora que soy ahora, el que me ha enseñado a que por mucho daño que me hagan y caiga, debo levantarme y mirar para adelante con la cabeza más alta que el primer día, que soy capaz de aguantar terremotos, huracanes y tsunamis. Me faltan líneas, días y mucho, muchísimo tiempo para agradecerles todo lo que me han ayudado, gracias a ellos he superado mi pasado, y tranquilos, que ya va siendo hora de ir pensando en un presente y sobre todo en un futuro, un futuro sin componer, de esos de los que no se planean y salen de puta madre. Lo mejor, está por llegar.